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¿Han sido los prejuicios raciales elevados a política de gobierno?Alberto S. Barrow N.
A manera de introducción a estas breves líneas que con ustedes comparto, recupero una reflexión que, adelanto, no es mía, pero la suscribo por entero y pienso que viene al calce. Alguien dijo, alguna vez, que una de las cosas más terribles que le podía suceder al ser humano es perder la capacidad de asombro. Por fortuna, me cuento entre aquellos que seguimos asombrándonos de cosas que ocurren a nuestro derredor. Y fíjense si ello es así que ha sido, en parte, el asombro lo que me lleva a apuntar lo que sigue.
Hace ya algunas semanas que el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral (MITRADEL) viene anunciando, por varios canales de televisión local, plazas de empleo en el sector privado, las cuales, al parecer, cursan algún nivel de trámite en dicha dependencia gubernamental. Esto me parece excelente por cuanto evidencia un esfuerzo mancomunado de nuestra empresa privada y el Gobierno nacional en aras de atender el problema que más acusa la población panameña: el desempleo. Lo que no me parece nada bien es el hecho de que en algunos anuncios televisivos el MITRADEL liste, entre los requisitos que deben cumplir los aspirantes a algunas plazas, el que estos acompañen sus respectivas hojas de vida con una ‘‘foto tamaño carné’’.
Bueno, supongo que no faltará quienes digan, ¿y cuál es el problema, si eso lo piden en todos lados? Pues, justamente, ese es el problema, el cual se ve agravado, en este caso, por el carácter y la naturaleza de quien lo exige.
En más de una oportunidad, tanto este servidor, como un vasto conjunto de panameños y panameñas, hemos sostenido que la práctica de requerir a las personas que buscan empleo en nuestro país que acompañen una fotografía con su hoja de vida, sirve a propósitos discriminatorios que van más allá del examen de la calificación y las competencias que se espera llenen los y las aspirantes. La exigencia de la foto opera como una suerte de ‘‘filtro’’ en el que los prejuicios, de distintos signos, ocupan un lugar importante en el proceso de selección. Por supuesto que las aprensiones fundadas en factores de orden étnico y racial no están ausentes del bagaje.
De paso, debo decir que encuentro bastante extraño que, a pesar de lo extendido del anterior señalamiento, que aquí estamos reiterando, así como la convicción con la que ha sido planteado en cada oportunidad, ningún responsable de recursos humanos del sector privado de nuestro país haya salido a confrontar el argumento de que el tema de la ‘‘foto reciente’’ está cargado de un sumo discriminatorio. ¿Obedecerá esto acaso a una confesión de parte, o peor aún, a una actitud que hace del silencio una postura desafiante?
En todo caso, me parece grave el asunto, y, más aún, cuando el Estado pareciera hacer suya la misma conducta que algunos agentes económicos (para usar un giro posmodernista) han secularizado en el mercado laboral panameño, es decir, emplear a las personas sobre la base de ‘‘su look’’.
Y cómo entender esta actuación del MITRADEL, cuando su función como parte de la estructura del Estado debe ser, entre otros, el de proponer y desarrollar políticas públicas tendientes a garantizar la igualdad de oportunidades de acceso al empleo. Si hay una institución gubernamental que debe velar, celosamente, porque en nuestro país haya un entorno jurídico y reglamentario favorable a todo aquel que busque empleo, de modo que pueda realizar ese ejercicio contando con las mismas oportunidades que su par, es el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral.
Sobre este particular, nos parece que más que un discurso de campaña y varios párrafos dispersos en el texto de un programa de gobierno, los panameños y las panameñas esperamos de nuestros gobernantes el efectivo impulso de políticas públicas tendientes a la inclusión de todos y todas en las distintas esferas de la vida nacional. Sin duda alguna, el empleo es un ámbito del cual ninguno quiere ni debe ser excluido.
El señor ministro de Trabajo obra contrario a sus responsabilidades públicas, al anunciar plazas de empleo e invitar a los/as interesados/as a acudir a las instalaciones de su despacho en la Vía Ricardo J. Alfaro con sus respectivas hojas de vida en una mano y una foto en la otra, por cuanto abona a la reproducción de una práctica que, justamente, él debe contribuir a erradicar. ¿O acaso los prejuicios raciales han sido elevados a política de gobierno?
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